domingo, diciembre 06, 2009

En tu voz

En tu voz hay una distancia que me envuelve

y una piel tatuada con extraviadas memorias.

 

Están los espacios que se partieron en mi voz

y que exigen tus sueños envueltos en delirios.

 

En tus besos hay un idioma que oculta mi ser

y un puñado de ardores durando mis noches.

 

Están los pesares que se vierten en tus senos

y regresan en apasionadas pausas a abrigarte.

 

¿Qué haré con las cegueras que te reclaman?

¿Qué haré con las palabras que no te olvidan?

 

En tu voz hay una copla que insiste en vivirme

y me lleva errando en los sabores de tu noche.

 

Y están las flores de tu piel serena y dispersa, 

mutando en gemidos, insistiendo en la pasión.

 

Rolando del Pozo

martes, noviembre 17, 2009

Te espero

Te espero en el instante devuelto por el tiempo,

en el segundo dedicado a los rechazados olvidos.

 

Te espero donde nace tu voz y se coliga mi dolor,

en los baldíos adioses, con el alma abierta al ayer.

 

Dibújame en tus pausas, en decires llenos de vida,

en tus lentas manos cedidas a la urgencia del alba.

 

Píntame en tus esquivos pliegues llenos de ganas;

te esperan mis voces que no saben de tus miedos.

 

Te espero en tus huérfanas flores llenas de candor

y en los gritos perennes de tus brillantes silencios.

 

Te espero en mis ganas, en la calma de un gemido

donde vuelvo a descubrirte insaciable y perpetua.

 

Y señálame los ecos de tus aunados y lentos bríos

donde respiro tus ávidos labios liados a mis besos.

 

Rolando del Pozo

martes, octubre 20, 2009

Te has vestido

Te has vestido con tus lágrimas agitadas y gastadas

y has lucido tu pureza en el espejo roto del tiempo.

 

Te has vestido con las noches de atrevidos poemas,

con las promesas, con los silencios, con las pausas,

con los apetitos sazonados de tus ansiosos costados.

 

Has lucido tu cuerpo dividido y reñido por las horas.

Has lucido el amor en el hálito gastado de mis versos.

 

No te importa la voz que cierra tus manos en el miedo.

Ni siquiera los comienzos que engendran tus formas.

Ni siquiera las condenas que se derraman del amor.

 

Te has vestido con una inconstante y tenue eternidad,

con los pedazos de una historia que tiende a repetirse.

 

Has lucido el ardor que te muestra de revés en el ayer,

que estira tu piel, tus formas y la colma de memorias.

Has lucido mis voces que se abrazan en un viaje sin fin.

 

Y concluyo, que es inútil tratar de vivirte sin comienzos,

que es inútil el olvido en tus espesados delirios y besos,

que es inútil el amor si te has llenado de lentos silencios.

 

Rolando del Pozo

martes, septiembre 29, 2009

Vuelves

Vuelves en el silencio que se alarga en las ventanas abiertas.

Vuelves en la canción de un poema vigilado por una sonrisa

y en el alma de unas palabras mal escritas, rebeldes, tiernas.

 

Te inventas en los espejos, en las tentaciones, en mis frases,

en los indefensos espectros de un porvenir pausado y añejo.

 

Te concibes en los reflejos, en los engaños, en las oraciones

que adormecen las sombras de mis escapados besos tardos.

 

Hace mucho tiempo las horas te labraron con los recuerdos.

Hace mucho tiempo tus pasos se enredaron con la fatalidad.

 

Y sin embargo, eres el inacabado invierno bordado de luces.

Eres la ausencia más rebelde, el indefenso azar, el despertar.

 

Vuelves para impugnar mi soledad, para cumplir los adioses,

para abandonar la noche en un espacio después del tiempo.

 

Vuelves a inventarte en el amor, en la espesura de mi cuerpo,

como se inventan los sueños, que sucumben en el despertar.

 

Rolando del Pozo

lunes, septiembre 07, 2009

Mis horas

Mis horas son los signos en un vacío que te esconde,

son el despertar en un comienzo similar a mis culpas,

son la certeza de un pródigo cielo que mira hacia atrás.

 

Mis horas son palabras rasgadas en una voz de flamas,

son los inicios de una tenue luna que reclama oscuridad

y está llena de cristales de viento y del plumaje del adiós.

 

Hay luz donde se lacera mi voz, a la altura de tus senos.

Hay un ahora y un siempre que tienen forma de destino.

Hay un corazón olvidado en los flancos de mi desespero.

 

Sólo me quedan los perfiles de tus lágrimas, las visiones

y los desaires de un ángel taciturno forjado en encierros.

 

Mis horas están hechas de reclamos y breves reproches.

Están hechas de tus íntimas fragancias y ocultos ardores.

Mis horas son abismos que se nutren de tu tierna poesía.

 

Poesía que es la imagen de una palabra difícil de revelar;

la luz que se rompe en un verbo sin paz y asume la nada

y tiñe de absurdos, tu cuerpo, tu ardor, tu alma prendada.

 

Rolando del Pozo

miércoles, agosto 12, 2009

Es la hora

Es la hora del deseo en un resplandor sin culpas.

La hora de rostros arrojados a desasidos luceros.

La hora de amarse en tus transmutados gemidos.

La hora de voces mutando en precarias pasiones.

 

Mi destino es liberar tus formas en gastado lecho.

Mi destino es azuzarte en tus clamores endebles,

en las flores de tu pubis, en el olor de tus piernas.

 

Mi destino es mirar tu boca adornada de augurios,

adornada de laxos versos migrando a tus entrañas.

 

Tu inocencia aspira la celada de una piel sudorosa.

Tu alma se envuelve de trabados cuerpos y deseos

y el pecado es un viento instantáneo y perecedero.

 

Es la hora de tus plegarias en una voz muy exigua.

La hora de tus fulgores, de tus temores y visiones

repitiéndose inevitables en tu alargada existencia.

 

Rolando del Pozo

domingo, julio 19, 2009

Mi realidad

Es mi realidad el reflejo de lo invisible, lo que huye.

Es el hambre un dios reclamándome lo que no se extingue.

Es la soledad un soplo a la deriva que persiste en mi sangre

y se acaba donde comienza lo irreal, lo imposible.

 

A cada cual la sed que encierra el desconcierto.

A cada cual la saciedad que encierra cuerpos reclamándose.

A cada cual los milagros en la comunión con una reversa eternidad.

 

En el amor, los latidos que preparan la despedida.

En la pasión, la suma de sueños ataviados con la ausencia.

En mi realidad, lo que se arropa de inocencia.

 

Mi realidad es la lenta espera, lo que fue y lo que persiste,

es una frontera errante, lo inalcanzable, lo infinito.

 

Mi realidad es la muerte repitiéndose en mi alargada vida:

la invitación de un dios tierno y solitario, a volver a nacer.

 

Rolando del Pozo

sábado, junio 27, 2009

Están tus voces

Están tus voces a manera de nombres abatiendo pasados

y tus miradas yaciendo en las efímeras y silentes sombras.

 

Están tus recuerdos asumiendo los siseos de mi juventud

y tu huérfana soledad recurriendo en los vacíos del llanto.

 

Tal vez nuestros rastros se dibujen en desbordados besos.

Tal vez tu adiós se diluya en la angosta puerta del pasado.

 

Están las flores sumadas a tus abrazos, a tus voces aladas,

aunando los paisajes, las vagas miradas, el mágico destino.

 

Están los silencios tercos y los rasgos de una lejana noche

asimilando las cenicientas visiones y los ansiosos escapes.

 

Tal vez mis palabras dibujen tu cuerpo en vanas nostalgias

y delimiten tus versos en los cristales de avisados regresos.

 

Y están los vacíos, los creídos sueños, las blancas mentiras.

Están tus apetitos retornando a mis ilusiones y desaciertos,

a la imagen de cristalizarte en mi boca hasta verte aparecer.

 

Rolando del Pozo

jueves, junio 18, 2009

Acostumbras

Acostumbras mis manos a tus fatigados pliegues

y unes mi confusión a las disculpas de tu vientre.

 

Exaltas mis deseos errantes en tus vivas caderas

y me llevas entre tus besos a tus heridas abiertas.

 

En el lecho eres de regocijos, de pulidos secretos.

Eres la pasión mordida en mis olvidados suspiros.

 

En el lecho eres el olor del sueño que me confina

y me regresa en agotadas penitencias e impulsos.

 

Ignoras mis dilemas, mis anhelos, mis reflexiones.

Ignoras las profanas visiones, los rígidos enigmas.

Ignoras los infinitos en los susurros, en mis rezos.

 

Acostumbras mi realidad a tus rítmicos espasmos,

a tus nítidas saciedades, a tus lentas y laxas poses

y me llevas agitado en la eternidad de un gemido.

 

Rolando del Pozo

jueves, mayo 14, 2009

Te reconozco

Te reconozco en las vacilaciones impalpables del espejo,

llena de costumbres, de señales, de escondidas trampas.

 

Te reconozco en mis ojos cegados, en lo etéreo de tu boca.

Te reconozco en el plumaje del olvido, ajustada a las horas.

 

Acaeces en las señales de un mundo de pájaros perdidos,

en los abismos que alzan vuelo y se disipan en mis atisbos.

 

Tienes la forma de la distancia en mis abiertas realidades.

Tienes los imposibles versos, los infinitos fértiles silencios,

los reclamos de la luz, sus formas y sus insolubles reflejos.

 

Me vigilas desde los bordados vacíos, desde el insomnio.

Me vigilas desde una lágrima que emite pesar y me ciñe.

 

Yo no pido la ausencia a la altura de tus ojos, de tus voces,

no pido tu indecisión en el reverso de una cándida realidad.

 

Llévame en tus rastros, que aprenda de tu rígida nostalgia,

que pueda leer en tus duras lágrimas y sepa de tus ruegos.

 

Llévame en tu noche de recelosas estrellas, donde exploro,

tu corazón de interminables formas y grandiosos regresos.

 

Rolando del Pozo

sábado, abril 25, 2009

La mujer

La mujer de rostro firme vuelve a mi ventana,

reclinando su pecho en el agonizar de la lluvia.

 

Reclama la vida en la piel labrada por el llanto,

en la dulce plegaria que limita con sus delirios.

 

Vuelve desde un mundo de manos truncadas

asumiendo sus tiempos en las alas de un ángel.

 

Se repite en mis sueños llenos de vacías voces

y descuelga silencios en desencajados adioses.

 

Su boca encierra el destino de vanas formulas

que dejaron el amor y se copian en mi espacio.

 

Su cuerpo es la luz en el reverso de urgida paz

y los versos impronunciables en los rígidos días.

 

Vuelve en los rumores de la tarde, insondable,

vibrando en los inicios y finales de un orgasmo.

 

Rolando del Pozo

miércoles, abril 22, 2009

Eres

Eres el reflejo de la sumisa imagen elevada en los ardores.

Reflejo que revela los cortes del alma, las caras del pasado.

 

Eres la tierna noche donde palpita lo invisible de mis voces

y la sustancia hecha de las confusas travesías a tus piernas.

 

Eres el compendio de mis ganas en tus intraducibles poses.

Poses que acomodan quimeras y se estropean en gemidos.

 

Tus noches son el norte de un fuego de escasas distancias.

Tus signos son talladas memorias en mis disueltas señales.

 

Tu desespero es la paz en el inverso de una voz que excita

y desprende silencios en el ardor que presagia al orgasmo.

 

Eres, a fin de cuentas, el breve apetito que respira olvidos

y me excede en el modelo disperso de una incesante vida. 

 

Eres el obstinado y lento despertar en un mundo sin fines,

sin válidos motivos para renunciar a este eterno presente.

 

Rolando del Pozo