Ahora
es temprano para recoger las costumbres
y
los espacios encogidos debajo de mis pies.
Ahora
es tarde para corregir las vacilaciones
urdidas
a expensas de algunos sueños ciegos.
Reconozco
la medida de lo invisible en el amor,
las
pruebas del ayer acumuladas en el armario,
las
contemplaciones en el temblor de la noche.
Reconozco
que hice de la locura mi hija predilecta
y
olvidé los horrores de la noche al final del mundo.
Ahora
es tarde para las caricias extremas del infierno,
y es
temprano para tus sonrisas en voces entreabiertas.
Y
sólo pido que mi tacto agote mis visiones, mis voces,
que
mi muerte sea el reclamo silente de cualquier luz.
Sólo
pido que tus besos me lleven a cualquier horizonte,
que
mi vida sea el reclamo ardiente de todas tus ganas.
Ahora es
tarde para recoger el tibio perfume de la noche
y aprender, que
puedo traducir mis rastros en ausencias,
que
puedo marchar a la pupila inalcanzable del mañana
y
consumar los sonoros finales en inmensos principios.
Rolando
del Pozo
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