Me aguardas en
las luces que bailan en la ventana,
en el vacío que
murmura tibiamente tus nombres,
en las frases que
lavan las rosas de un exiliado jardín.
Me aguardas en la
memoria de un lento y tibio beso,
al comienzo de un
insomne orgasmo, ruidoso y calmo.
Orgasmo que
envuelve el vuelo de tus rosados senos
y murmura sudores
y pasos que no intentas aplacar.
Me aguardas invitando
al dolor que duplicas en voces;
arrodillada, sometida
al angustiado drama de aceptar
los límites de tu
alma sedienta en una noche de ansias.
Me aguardas en el
recuento final de tus afligidos gritos,
en tu derecho a
bordar una historia que te reclama laxa,
dispersa, adolorida,
tímidamente esclava de tu destino.
Rolando del Pozo
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