Soledad donde
crecen sueños, tiempos sin noches,
historias y los
ritos que tatuaron rostros extraños
en mis preguntas
dispersas, tenues y desgastadas.
Desde el amor la
imagen distante de tus caricias
me apura en los
espacios que nunca habitamos.
Espacios sin
gestos donde aún se labra la espera
y las condenas tienen
la forma de una negada voz.
Desde el mañana
la muerte me agita su grandeza,
me llama con su
voz incierta, con su ligera mirada
de variables
sueños, de signos llorados en pausas.
Desde el mañana la
vida me llena de opacos muros
que nada
encierran, de quejas trocadas en abismos,
de vientres mudados, y sorprendentemente ajenos.
Rolando del Pozo
No hay comentarios:
Publicar un comentario