- Todo el recuerdo de tus senos
florece en frases ardientes,
hechas de palabras insomnes,
de luz y tiempo que suelen volver.
Todas tus memorias se confunden
con puertas abiertas y espacios tenues,
a manera de bocas reclamando voces,
a manera de voces reclamando
lo indeciso en la lejanía,
lo confuso en mi tierra sin rasgos y sin asas.
Todo un día o cualquier fulgor
me regresa sudores vestidos de ayer,
asumidos en el espanto de un porvenir
que se fragua en espejismos,
que imprime sus secretas formas
y convoca visiones, rostros difusos
y el aliento esculpido en tu almohada.
Todo tu recuerdo me atrapa y me difunde
en insaciables pliegues y lechos arrugados;
me ahoga y me desdobla
en ilusiones y realidades,
en el propósito inmóvil
que se acumula en las mañanas
y que suele hablarme de presagios,
de finales, de historias sin comienzo,
de nuevas primaveras que guardan tu mano
en recuerdos sin abrir e inscriben la sentencia
de besos sin labios y espacios sin tiempo.
Rolando del Pozo
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