jueves, febrero 28, 2008

Escribes

Escribes tu realidad en la deuda invisible de la luz,
en una reversa alucinación que se vuelve cielo,
al comienzo de una anunciada muerte que deja pasos
y pausas y mide la distancia entre tu piel y mi sed.

Escribes el hambre que no se extingue
en la apertura de tus piernas,
en la división de tu vientre,
en la comunión con lo imposible,
en la sombra que asimila la eternidad
y sella todas las dudas regadas en tus senos.

Escribes inocencias, soplos de siglos, cifras sin signos.
Escribes los días en la imagen que duerme en el espejo
y nombra los tiempos que se balancean en la espera.
Escribes como alcanzando la vida
en las cartas, en las fotografías sobre el piano,
como deseando la muerte y exhalando dicha.

Rolando del Pozo

lunes, febrero 25, 2008

Consagraste

Consagraste la imagen que burla al destino
en las ganas de la noche.
Ganas tengo por tu tierra fértil,
por tu mirada angustiada en la penetración,
por la repetición del gemido en ecos sin finales,
por los sucesivos sudores en un lecho a la deriva.

Consagraste el sostenido temblor de la memoria.
Memoria de dichas en las sospechas de la luna,
memorias de palabras que se disuelven en tu vientre
y proclaman la ansiedad de tu voraz geografía

y las trampas de nuestra inevitable existencia.

Sabes de este amor insoportable bajo la piel,
de rostros saqueados por la desesperación,
de insoportable quemadura que se abre en voces
y que consagra la saciedad en las fantasías del ayer
y la pasión en la migración a tu verdadero nombre.

Rolando del Pozo

miércoles, febrero 20, 2008

Reconozco

Reconozco tus miradas en los ecos del espejo.
Miradas escondidas en halos de luz,
llenando espacios,
surgiendo de la encantada locura,
simulando rituales que abren manos
y cierran inocencias en los signos del silencio.

Reconozco tus viajes, tu presencia etérea
y los pasos de un pasado que pretende presentes.
Viajes llenos de horas que sólo marcan la noche
como el principio y final de cualquier renunciación.

Reconozco la superficie de tu sombra,
la esencia de tu letanía,
el susurro de tus senos
simulando lunas, sudores, atardeceres.
Reconozco tu voz que se completa en el espejo
como el reflejo que se perpetua en el reflejo,
como la vida que se escribe, se borra o se edita
en la insaciable naturaleza de tu vientre.

Rolando del Pozo

martes, febrero 19, 2008

Llueven

Llueven tus recuerdos
a manera de imágenes ruidosas,
inundando espacios entre las cortinas,
llenando voces que reviven tu nombre
en el persistente rumor de un pasado
que deja sudores en el presente.

Nada es igual cuando te acercas en cualquier memoria;
los amaneceres huelen a distantes humedades,
nuestro lecho es sólo un inmenso espacio entre mis palabras,
y el lenguaje es una alucinación que te dibuja
en los externos rincones de este sueño.

Llueven ausencias,
fechas abiertas de un viejo calendario,
sentencias floreciendo en algunos adioses,
culpas que requieren despertarse cada noche
pensando más en ti.

Todo vuelve a su antiguo lugar,
al despertar que tiene sabor a destino,
a la luz que martiriza mis ganas
y las devuelve invadidas de tu voz.
Llueven tus recuerdos
a manera de luces
que alimentan estos versos
y que sólo pretenden, perennizarte.

Rolando del Pozo

lunes, febrero 04, 2008

Todo

Todo el recuerdo de tus senos
florece en frases ardientes,
hechas de palabras insomnes,
de luz y tiempo que suelen volver.
Todas tus memorias se confunden
con puertas abiertas y espacios tenues,
a manera de bocas reclamando voces,
a manera de voces reclamando
lo indeciso en la lejanía,
lo confuso en mi tierra sin rasgos y sin asas.

Todo un día o cualquier fulgor
me regresa sudores vestidos de ayer,
asumidos en el espanto de un porvenir
que se fragua en espejismos,
que imprime sus secretas formas
y convoca visiones, rostros difusos
y el aliento esculpido en tu almohada.

Todo tu recuerdo me atrapa y me difunde
en insaciables pliegues y lechos arrugados;
me ahoga y me desdobla
en ilusiones y realidades,
en el propósito inmóvil
que se acumula en las mañanas
y que suele hablarme de presagios,
de finales, de historias sin comienzo,
de nuevas primaveras que guardan tu mano
en recuerdos sin abrir e inscriben la sentencia
de besos sin labios y espacios sin tiempo.

Rolando del Pozo