Te
descubrí recorriendo el rocío de luces,
entonando
ilusiones en cascada de vacíos.
Te
descubrí aceptándote en el verbo amar,
en
manchas de estrellas y frenados vientos.
Te
descubrí gimiendo en un aunado destino,
sublimando
tiempos, creando espacios azules.
Te
descubrí de luces, forjando reversos cielos,
llenando
de esperanzas tu firmamento secreto.
Y me
sumergí en tu vasta pelvis de tenues rosas,
en tu
cambiante universo de lapsos y descuidos,
en la bonanza
de lentos versos y agitadas voces.
Simulé
una disuelta suerte en la idea de amarte,
para
descubrir el empeño de tus ojos en el beso,
para
descubrir tus gemidos, definiendo mis besos.
Rolando
del Pozo
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