viernes, junio 23, 2006

Te adivino


Te adivino en la memoria de los días,
en la inocencia de crecientes sueños,
en la tarde que limita con las ilusiones
y en la frescura de tu pelvis en agonía.

Te adivino en la migración de la luna,
en la profusa sudoración de tus piernas,
en el miedo donde te tornas de sombras
y en el insoluble silencio de tus pechos.

Ahora existes en mi aletargado cuerpo,
aunando el amor que te copia en voces,
en urgentes realidades llenas de gritos.

Ahora existes en excesivas melancolías,
en el resentimiento de una voz profunda
que la vida azuza y mis labios recuperan.

Rolando del Pozo

lunes, junio 05, 2006

Abro



Abro tus ilusiones en la idea de soñarte llena de sonrisas,
en tu silencio de viento donde me finjo el mar de tu playa,
en los colores que perfuman todas las horas de este dolor
de ansias, de querer poseer tus siluetas en mis empeños.

Llueve en mi alma y es otro el cielo en la idea de idolatrar
tus pausas, tu cuerpo de sueños, la victoria de tu entraña.

Regreso a tus más bellos ruegos, a tus pendientes vuelos.
Regreso a tu jardín de sombras, pintado de frescas voces.

Y se funden nuestras soledades en imposibles esperanzas,
en los perfiles de un sol redimido, por tus solitarios senos,
por las horas que te reclaman bella y tierna en mis versos.

Regreso a los delirios que te describen llena de sacrificios.
Regreso a enderezar tu piel de distancias, tus curvas de sal,
tus ardores tiernamente vencidos, en tus luchas de madre.

Rolando del Pozo