En tu piel apartaré la división de tu inocencia,
el viento retenido en las esquinas de tu sueño,
el atardecer solitario en el fondo de tu mirada
y la música regada al comienzo de tus labios.
En tu voz se alarga la doliente complacencia,
las raíces de tus súbitos placeres ahogados, tu
desnudez fecunda de flores y atardeceres, tus
círculos erguidos en la creación de tus besos.
Regresa el sediento susurro a tu alma de perlas,
a tus otoños cortados, a tus heridas aromas de
madre entreabierta en inmenso corazón rasgado.
En tus atormentados pasos sucumbe lo natural
de tus piernas levantadas en tus horas de calma
y el roto amanecer enamorado de tu despertar.
Rolando del Pozo
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